Este lunes 9 de junio en la icónica sala Che Guevara de la Casa de las Américas se llevó a cabo el encuentro «Retamar persona», homenaje al poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, quien habría cumplido 95 años esta jornada.
Con la moderación de Caridad Tamayo, investigadora del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa, alumnos y alumnas del poeta compartieron su retrato personal de un pensador que marcó sus estudios, sus intereses poéticos, y cuya honradez y magisterio les acompaña de forma entrañable.
Tamayo habló de Retamar «en presente» para dar la bienvenida al encuentro, cuyo título se inspiró en un texto del ensayista sobre su amigo Lezama Lima ―«Lezama persona»―, y pretendió acoger todos los Retamar posibles: el padre, el presidente de la Academia de la Lengua, el amante de los libros, el amante de su familia, el compañero de todos en la Casa y muchos otros.
Natalie Roque, editora del Fondo Editorial de la institución, inició las intervenciones con lo que denominó «la suerte» que la vida le obsequió de mantener una breve correspondencia con el homenajeado, quien decidió escribirle para agradecer un comentario que la joven hizo a su poesía.
En un texto profundamente poético, que desprendía admiración y cariño, Roque repasó el «profundo aliento testimonial» de la poesía de Retamar, escrita con las palabras y las cosas de la vida cotidiana. Defendió su vocación para transcribir y escribir en versos el transcurrir de los días, propios y ajenos, gracias a la infinita humanidad que le hizo sostener el «deber y derecho de escribir sobre todo» que le diera universalidad a su escritura.
De acuerdo con la editora, esta expresión testimonial formó parte de su concepción de la literatura como la vida misma; como «otra forma no menos intensa de vida», otra cara de la realidad nacida del «milagro de la poesía». Para quienes escuchamos su breve ensayo-homenaje fue evidente el placer de Roque de considerarse una cómplice más del ilustre poeta.
Emotiva resultó también la intervención de Camila Valdés, directora del Centro de Estudios del Caribe de la Casa, quien resaltó la deferencia y elegancia en el trato de Fernández Retamar, así como su exquisitez de entomólogo con las palabras, cualidades que conoció como su alumna de Letras.
Centró su homenaje en la estrecha relación del poeta con el Caribe desde su obra ensayística y de gestión cultural, que desempeñó con una verdadera vocación descolonial.
En especial se refirió a los archivos del centro que testimonian las labores preparativas del número 91 de la revista Casa de las Américas, en el cual se representaron más de 50 autores de la Antillas de lengua inglesa, con textos que —en no pocos casos— veían la luz por primera vez en español, en traducciones del propio Retamar, quien encabezaba la publicación en ese entonces.
Valdés resaltó que Retamar pensaba la región caribeña como «una encrucijada americana que no tiene comparación en Nuestra América», y aceptaba la idea desde el reto de construir proyectos literarios que formaran un frente común para abordar las problemáticas verdaderas del Caribe, «preguntando al porvenir» tanto como al pasado.
La lectura de numerosas citas de la correspondencia entre el cubano y el poeta y novelista Édouard Glissant ilustró estos sueños y ensayos compartidos con autores que se hicieron cercanos a la institución gracias, en gran medida, a estos lazos establecidos por Retamar.
Casi al concluir, la investigadora defendió la necesidad de rescatar, editar y publicar muchas de las notas y escritos del ensayista de gran valor testimonial desperdigadas en contracubiertas y otros espacios, en la mayoría de los casos sin la identificación de su humilde autor.
Seguidamente Marlen Domínguez, profesora de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, retrató al profesor que les enseñó a leer con sentido e inteligencia, poner en juicio el criterio propio, respetar el trabajo y el sacrificio de los otros, así como a defender la responsabilidad a cambiar el mundo con sus propios hombros.
Agradeció el «privilegio y deferencia haber sido invitada» a hablar sobre el que considera un maestro, un lingüista y un editor excepcional, que demostró la necesidad de presentar una mirada americana a la cultura.
Abel Prieto, presidente de la Casa de las Américas, comentó algunas de las obras de Retamar que considera «verdaderos manifiestos antifascitas», y citó el último ensayo que publicara el autor, Notas sobre América. Aseveró que Roberto es un escritor central en la poesía de la revolución cubana, y los años 60’ y 70’ de Cuba no se pueden entender si leer sus obras.
El encuentro culminó con la intervención de Laidi Fernández de Juan, escritora e hija de Retamar y la crítica y profesora Adelaida de Juan. La intelectual comentó que siempre que alguien le sugiere la creación de una fundación dedicada al estudio de la obra de su padre, ella responde que esa institución ya existe, y es la Casa de las Américas.
En ese sentido, pidió reconocer siempre a quienes acompañaron a su padre durante muchos años, entre esas personas destacan Chiki Salsamendi y Ana Cecilia Ruiz.
Contó numerosas anécdotas que evidenciaban la profunda complicidad que la unía a su papá, a quien pidió recordar como un pensador americano y martiano, con la «honradez como cualidad más notable de su fecunda existencia». Y reafirmó esto último: «mi padre nunca pidió nada para sí. Lo único que requirió en la vida fueron sus libros», pues tenía una necesidad vital de leer y estar al día.
Fernández de Juan presentó el volumen Alternativas de Ariel, que compiló junto a su padre pocos meses antes de su partida. La obra inauguró la colección Letra y Espíritu de la Academia Cubana de la Lengua, coeditada con la Editorial UH de la Universidad de La Habana, y actualmente está disponible en la librería Alma Mater.
Al encuentro acudieron directivos del sector de la Cultura como el ministro de Cultura, Alpidio Alonso Grau, y Luis Morlote Rivas, funcionario de la estructura auxiliar del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), que, en esta ocasión, participaron en calidad de amigos de Retamar.
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